La Catedral del Mar de Sant Adrià de Besós, a diferencia de los templos cristianos, no tiene ni vitrales ni agujas, pero cuenta con tres torres elevadas, las tres chimeneas que coronan el cielo del litoral mediterráneo desde 1973.
Construida a principios del siglo XX junto a la desembocadura del río Besós, la Central Térmica de Sant Adrià pronto se convirtió en símbolo de modernización y también de luchas obreras, pero sobretodo de cambios, como los que sufrió ella misma a principios de la década de los 70 cuando vio construidas sus tres imponentes chimeneas de 200 metros de altura, que modificaron nuestro paisaje marítimo terrestre para siempre. La central cesó sus actividades como tal en el año 2011.
Lejanas ya las protestas de 1966 contra el polvillo negro que desprendía la térmica, para los habitantes de esta ciudad Las Tres Chimeneas son señal de identidad, parte de su patrimonio cultural y de su historia social y económica. Salvadas las torres de su destrucción, los vecinos de Sant Adrià revindican ahora esta zona como espacio para proyectos culturales y de memoria sobre el pasado obrero de Sant Adrià del Besós.
Las reivindicaciones no han caído en saco roto, porque la presidente del Área Metropolitana y alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha calificado Las Tres Chimeneas como uno de los espacios “que más oportunidades de desarrollo del modelo económico, ambiental y de movilidad” ofrece. Sus declaraciones coinciden con las conversaciones mantenidas con el alcalde de Sant Adrià de Besós, Joan Colau y la concejala de Badalona, Dolors Sabater, quienes aplauden su iniciativa, la conservación de esta área “para que la ciudad tenga una nueva playa y un paseo que alcance desde el Besós hasta Badalona”.
Las plegarias han sido escuchadas y los fieles disfrutaran de la catedral que tanto se merecen, junto al mar.
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Cuando leo esto “que más oportunidades de desarrollo del modelo económico, ambiental y de movilidad”, pienso en que han tardado mucho en darse cuenta de que es una de las zonas de Barcelona que dan más vergüenza por el poco apoyo institucional y la nula inversión que ha tenido .
Pero bueno, más vale tarde que nunca dicen.
Es destacable que una ciudad como Barcelona, siempre apostando por las nuevas tecnologías y al frente de la innovación, no olvide su pasado.