Motörhead fue una banda inglesa de rock duro fundada en 1975 por Lemmy Kilmister, cantante, bajista y alma de un grupo que ya desde sus inicios creó un sonido propio, un estilo crudo y peculiar que atrapó a seguidores del rock duro, el heavy metal y el punk.
Durante sus primeros años, siempre con Lemmy como cabecilla, Motörhead tuvo distintos miembros hasta dar en 1977 con su formación clásica, el trio formado por el propio Lemmy, Philthy Animal Taylor a la batería y Fast Eddie Clarke a la guitarra. Sin duda, esta fue la formación más potente gracias a álbumes como “Overkill”, “Bomber”, “Ace of Spades” y “Iron Fist”.
Después de “Iron Fist” las cosas empezaron a cambiar. Fast Eddie Clarke abandonó el grupo, y algo más tarde también Taylor. A partir de ese momento, la banda pasó por distintas etapas. Nuevos músicos, nuevos discos, pero siempre con una misma enseña, la voz cazallera de Lemmy Kilmister.
Durante toda su existencia, Motörhead sacó discos prácticamente cada año, realizó giras mundiales sin parar, enloqueció a varias generaciones e influenció a bandas como Metallica. Y fue precisamente el cantante de Metallica, James Hetfield, quien anunció en Facebook la muerte de Motörhead.
Philthy Animal Taylor nos dejó en noviembre de 2015, y un mes después, Lemmy. Los miembros de entonces, huérfanos de su líder, comunicaron la disolución de la banda, pero no fue hasta el pasado jueves, después de la muerte de Fast Eddie Clarke, que no sentimos como definitiva la desaparición de una banda que llenó nuestras vidas de ruido y felicidad.
De la misma manera que ocurrió con los Ramones, Motörhead no arrastrará su nombre por escenarios o estudios con suplentes o imitadores, porque nadie puede tocar como ellos. Motörhead es inimitable.
Motörhead es leyenda.
Creo que todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida la siguiente situación: acostarnos desolados por algún acontecimiento, despertarnos por la mañana como si nada hubiese pasado, y en décimas de segundos recibir la bofetada de la realidad recordándonos el sufrimiento del día anterior. Pues esa situación estuve viviendo durante un par de semanas tras el fallecimiento de Lemmy; me podía encontrar bromeando con amigos, concentrado en el trabajo o charlando con la familia, pero inevitablemente, en algún momento surgía el recuerdo de que Lemmy ya no estaba con nosotros.
Es sin duda, la muerte de un artista que más me ha conmocionado. Sin dramatismos, sin lloros, sin sacar las cosas de contexto, pero sí como un nubarrón negro que no me abandonó durante varios días.
Lemmy, la figura, y Motörhead, la banda, estuvieron acompañándome durante más de 30 años. Al principio como ese colega mayor al que admiras e idolatras, más tarde como ese padre enrollado que te puede contar mil y una historias mientras comparte su botella de Jack Daniels contigo, y finalmente como ese sabio anciano que utiliza esas historias para darte consejos y llenarte la cabeza de moralejas, cual maestre tibetano.
Lemmy ha estado ahí, toda la vida. Él vió a The Beatles en The Cavern, fue roadie de Hendrix y dió algunas lecciones de bajo a Sid Vicious. La llegada de cada año nuevo nos podía deparar muchas sorpresas, pero siempre teníamos la certeza de que un nuevo álbum de Motörhead estaría en las tiendas. Hasta el dicho de que sólo las cucarachas y Lemmy sobrevirían a un holocausto nuclear parecía ser cierto. Por eso su muerte, a pesar de tener 70 años y haberse metido de todo, nos pilló por sorpresa.
Ya no oiremos sus nuevas canciones, ni podremos ir a sus conciertos. Pero la huella que ha dejado Lemmy y Motörhead en el mundo del rock, es imborrable. Ha conseguido lo que ningún otro artista, vivo o muerto, fue capaz de lograr: irse a la tumba sin que nadie que le conociera en persona pudiera hablar mal de él, sin que ningún colega de profesión echara mierda sombre su nombre, sin que ningún fan se sintiera estafado tras asistir a un concierto o comprar un disco de Motörhead y con el elogio y respeto de toda la prensa musical. Eso, en el mundo de la “farándula” es imposible. Lemmy lo consiguió.
Por eso, si existe el multiverso, o si hay infinidad de mundos paralelos, estoy seguro que en ninguno habrá un Lemmy como el que hemos conocido.
You know I’m born to lose, and gambling’s for fools,
But that’s the way I like it baby,
I don’t wanna live forever,
And don’t forget the joker!
Gracias Enrique. Si sólo fuera Lemmy el que se ha ido. Es uno más. Músicos, actrices, todo aquello que de una manera u otra nos ha llegado, se va. Queda la obra, y también el recuerdo. Es duro, pero hay que vivir con ello, aunque no queramos vivir para siempre.