Joan Colom fue el fotógrafo de los bajos fondos, de la Barcelona más pintoresca del entonces llamado Distrito Quinto, el barrio chino, una Barcelona sórdida y morbosa, ciudad de prostitutas y marineros de la sexta flota. Joan Colom ha muerto hoy a la edad de 96 años.
Colom empezó a fotografiar la calle en 1958, usando una estrategia muy original para captar aquella humanidad desbordante: cámara en mano escondida entre sus manos, disparaba por debajo de la cintura para no ser sorprendido por los personajes del “chino”. Su cámara una leyenda, la Leica M2, invisible, espontánea: “el sistema de trabajo me debía permitir hacer fotografías de manera regular y continuada, semana tras semana, sin poner en peligro mi integridad física y sin perder la capacidad de atrapar las situaciones de manera espontánea”, declaraba.
Su primera exposición tuvo lugar en el año 1961. No podía llamarse de otra manera, “El carrer” ( La Calle), muestra que atrajo la atención de Lumen, editorial que utilizó sus fotografías que, unidas a los textos de Camilo José Cela crearon un clásico, “Izas, cobrizas y colipoterras” un libro de culto dedicado a las prostitutas del chino que todavía hoy no puede dejar de contemplarse con el corazón en un puño.
“Yo hago la calle”, confesó Colom. A mi no me cupo duda de ello cuando tuve la oportunidad de ver la exposición celebrada por la Obra Social Caja Madrid en mayo de 2005 (cómo pasa el tiempo), en la que además de sus fotografías pude ver una filmación realizada por él mismo. Colom atrapaba a los personajes, les seguía, les hacía los protagonistas de su obra, los soltaba, los abandonaba cuando ya nada le decían o cuando encontraba una pieza mejor, más sórdida, más humana, hipnotizando al espectador, sumergiéndolo en imágenes que perdurarán en mi memoria para siempre, aunque él ahora ya no esté.
Joan Colom hacía la calle, y nosotros hemos tenido la suerte de poder verla.